domingo, 28 de julio de 2013

El día que conocí a Dios


Yo, una perrita que causa admiración por su juicio y obediencia, sentí hoy la llamada irrefrenable del Señor que, curiosamente, colisionaba frontalmente con la de mi mamá... Así, mientras ella me pedía que la esperara en la puerta de la iglesia de Choachí, una voz que salía del altar me instaba a acercarme hasta allí corriendo haciendo entrechocar mis chapas por la larga nave central del templo como si fuera una novia al encuentro de su prometido. Esta operación se repitió las tres veces que mi mamá me sacó de nuevo a la puerta de tan sacro lugar. 


Mi devoción causó la admiración -y también la risa- de todos los presentes; e incluso de mi mamá que, a la vista de lo paranormal del fenómeno (dado que normalmente hago lo que me pide y la espero juiciosa incluso cuando sale de mi campo de visión), me compró un rosario y me inscribió a clases de catecismo, de manera que probablemente me convierta en la primera perrita en tomar la primera comunión. 

Mmmmmmm y la hostia.... ¿Tendrá forma de huesito?