lunes, 5 de agosto de 2013

¡De aniversario!


Este fin de semana se cumplió el 6º mes desde que dejé el Llano: para celebrarlo fuimos a pasar el fin de semana a casa de mi amiga Elena en Tabio y me revolqué feliz, sonriente, con la lengua fuera, en otra caca pestilente. Además, debido a lo especial de la celebración, me dí tremendo festín con la misma caca, que sabía a gloria, de manera que vinimos todo el viaje desde allá, con las ventanillas bajadas sintiendo el aire frío de la noche en nuestros hocicos, y con el cortavientos y gorro puestos dentro del carro. 


Ahora me encuentro sola en el piso de abajo atada a la pata de la silla rodeada de mis comederos y juguetes y todo apunta a que mi mamá está decorando el piso de arriba con girnaldas y serpentinas de colores para que ya suba corriendo y resbalando por las escaleras y celebremos dentro de la cama tan destacado evento.

Lo que me sorprende es que ya lleva mucho rato ahí arriba y se siente un silencio sepulcral... 


¡Ya les enseño fotos de la fiesta!
Esta mañana amanecí todavía aquí
Que aburrimiento...


 

domingo, 28 de julio de 2013

El día que conocí a Dios


Yo, una perrita que causa admiración por su juicio y obediencia, sentí hoy la llamada irrefrenable del Señor que, curiosamente, colisionaba frontalmente con la de mi mamá... Así, mientras ella me pedía que la esperara en la puerta de la iglesia de Choachí, una voz que salía del altar me instaba a acercarme hasta allí corriendo haciendo entrechocar mis chapas por la larga nave central del templo como si fuera una novia al encuentro de su prometido. Esta operación se repitió las tres veces que mi mamá me sacó de nuevo a la puerta de tan sacro lugar. 


Mi devoción causó la admiración -y también la risa- de todos los presentes; e incluso de mi mamá que, a la vista de lo paranormal del fenómeno (dado que normalmente hago lo que me pide y la espero juiciosa incluso cuando sale de mi campo de visión), me compró un rosario y me inscribió a clases de catecismo, de manera que probablemente me convierta en la primera perrita en tomar la primera comunión. 

Mmmmmmm y la hostia.... ¿Tendrá forma de huesito?

lunes, 27 de mayo de 2013

Chanel nº 5

Me di cuenta de que soy una fashion victim adicta a los perfumes fuertes cuando empecé a salir al campo con mi mamá. Hasta entonces, en la cuidad y en la bomba de gasolina, sólo había conocido aromas con una nota suave y con poca personalidad: desperdicios de comida, excrementos y orines humanos y perrunos, humo de carros… Pero nada comparado con la deliciosa fragancia de un cadáver en descomposición, restos de pescado putrefacto o una caca de vaca o de caballo sobre el pelaje, además de otros que mi mamá no ha podido identificar pero que a mí me parecen deliciosos y a ella, que no tiene el sentido del olfato desarrollado, le producen arcadas.

Tanto es así que la primera vez que me revolqué para perfumarme en nuestra primera salida juntas fuera de Bogotá -en Silvania-, ella creyó que el olor provenía de caca de pájaro –si bien cabe alegar decir en su defensa que le pareció muy extraño que existiera un ave tan enorme- y siguió acariciándome sin grandes reparos. Justo antes de partir hacia la ciudad salimos a dar otro pequeño paseo y de nuevo ese olor conocido surca el aire en dirección a nuestros hocicos, ¡qué delicia! En ese momento mi mamá descubre al borde del camino el cuerpo de un animal de tamaño mediano en estado de descomposición avanzada, sitiado por las moscas, quedando de él jirones de lo que había sido la piel, y unos dientes que parecen reírse de ella por haber pensado que se trataba de excrementos de paloma, y a mí a doblando las patas delanteras casi desmayada de placer a punto de echarme encima. Su grito arruina ese momento sublime y ella da por finalizado el paseo por ese día y nos devolvemos a la finca a paso ligero para someterme a esa tortura llamada “baño” de modo que sus amigos nos reciban en el carro para devolvernos a la ciudad. Por la noche, ya en nuestra casa, el olor que todavía emano desde el piso de abajo -amplificado por la imagen del cadáver todavía fresca en su retina-, hace que ella casi vomite y no pueda respirar hondo hasta que a la mañana siguiente me deja a primera hora en la veterinaria para que me quiten “esa peste asquerosa como sea” (dixit).

En nuestra siguiente salida al embalse de Chivor con sus amigos ciclistas mi mamá pide a una familia que se queda en la finca mientras otro grupo monta en bici que, por favor, conociendo mis antecedentes, si me llevan a algún lado, no me suelten. Dicho y hecho: mi mamá se va, yo lloriqueo y halo de la correa porque quiero que me lleve y ella me grita desde la bici “Espérame, Linda, espera”. Esa instrucción la conozco bien, de manera que me quedo tranquila porque sé que, tarde o temprano, ella regresa a buscarme. Pasado el rato la familia que tengo a mi cargo va a dar un paseíto por las veredas hasta la tienda y me llevan. Una vez allá, sin embargo, y presa de mis encantos hipnóticos que ya les he revelado, me sueltan y yo, aplico mi táctica escapista infalible, es decir, dejo que se confíen y, en el momento que menos se lo esperan, me voy a buscar a mi mamá. Como me había dicho que la esperara en la casa me dirigí derecha hacia allá haciendo una pequeña parada para revolcarme en un vertedero de basuras por el camino. La familia se asustó mucho cuando descubrió mi fuga. Cuando llegaron a la casa con el corazón en un puño me encontraron haciendo guardia, con los pelos del lomo de punta debido a una sustancia altamente pestilente. Me encerraron en una habitación con la esperanza de mantener neutralizado ese olor y cuando llegó mi mamita le tocó darme uno, dos, tres, hasta cuatro baños para poder regresarnos a Bogotá en el carro de ellos sin vomitar. De la pura desesperación acabé botándome del lugar donde estábamos, con la correa puesta al cuello, de modo que casi me ahorco yo solita. Aun así no me libré de la visita a la veterinaria al día siguiente para mi quinta jabonada y posterior acicalamiento.

Pero no hace falta salir al campo para perfumarse, Bogotá también ofrece suficientes oportunidades si uno las sabe buscar… A los dos días de regresar del campo invitamos a nuestro nuevo vecino a visitarnos. Tras una agradable cena española que prepara mi mamá le invita a acompañarnos en nuestro paseo nocturno por el césped de detrás de nuestro edificio. Cuando veo que mete el pie hasta el tobillo en la misma mierda superlativa en la que yo me revuelco constato que tenemos un gusto similar para las fragancias. En el ascensor de vuelta el aire está cargado de deliciosas partículas olorosas. Nuestro vecino, feliz con su nuevo perfume, regresa a su domicilio mientras que yo visito por primera vez el piso de arriba de nuestra casa porque es allí donde se encuentra la temible ducha: por segunda vez en esa semana, y a altas horas de la noche, me somete a esa tortura, durante dos horas. Yo lloro y tiemblo de frío y de miedo pero mi mamá es inflexible y me restriega por todas las esquinas con mi champú de árbol de té para pieles sensibles. A continuación extrae un pequeño aparato que expulsa aire y hace un ruido infernal y me persigue con él por toda la casa hasta que me intercepta en el sofá y no me suelta hasta pasadas otras dos horas, cuando el aire ha secado, por fin, mi cuerpo peludo, y las dos estamos muertas de sueño porque son las 2 de la mañana.


La cuidad también ofrece esencias incluso para regalos inesperados: cuando mi mamá regresó de Brasil, y tras pasar trece días separadas, me emocioné tanto al verla que, para mostrarle lo que la había extrañado, lo primero que hice al salir de la casa brincando de alegría fue revolcarme en otra mierda como bienvenida.

Es por esa afición a perfumarme mía que casi siempre me ven con una pañoleta rosada al cuello. Me la ponen en la veterinaria cuando me bañan y me dejan el pelo suave y esponjoso y olor a peluquería. Las pañoletas me duran como mucho unos 5 días porque se ensucian, se rompen, me las dejo enganchadas en los árboles cuando vamos al bosque, o me las tiene que cortar mi mamá con su cuchillo jamorero porque me he vuelto a revolcar y si se entretiene en quitarme el nudo le dan arcadas. Así que, como ven, me baño mucho… ¡Demasiado! Como a mí ese olor no me gusta en cuanto veo la ocasión intento echarme de nuevo Chanel nº 5, lo que pasa es que mi mamá cada vez está más atenta y cuando me ve doblar la patita grita “¡¡¡No!!!” tan duro que sobresalta a la gente a su alrededor. Sus congéneres la mira bastante sorprendida, porque ellos sólo ven a una dulce perrita olfateando el pasto, pero supongo que si tuvieran una colección de pañoletas rosadas caídas en batalla como la nuestra y hubieran superado las mismas pruebas a la paciencia, a los nervios, a la espalda, y a la pituitaria que mi mamá, entenderían…


Ahora, desde que hemos llegado a Europa, le he dado una pequeña tregua… En Barcelona las fragancias tienen un toque marino: algas putrefactas y algún pescadito. En el parque me revuelco y me revuelco, pero apenas alcanzo a encontrar alguna lombriz o ranita seca y, con algo de suerte, algún ratoncillo, pero ni siquiera medio descompuesto. Pese a que estos olores son como agua de colonia para lo que estamos acostumbradas, acá también me ha tocado bañarme y, ni más ni menos, que con champú con aroma de coco… Vaya broma del destino, cruzar el charco para acabar oliendo como las palmeras de mi tierra natal! 

martes, 14 de mayo de 2013

Esa chica con bigote...

Por mi mami he sabido que, en los últimos días, y debido a mi insistencia en cierta conducta agresiva que está empezando a desesperarla seriamente, se hacen hipótesis por medio mundo con objeto de crear un patrón y predecir a quien voy a ladrar, perseguir desaforada y, como colofón, intentar morder los tobillos... 

Para desvelar a las masas este gran misterio les confieso que, a grandes rasgos, sigo los lineamientos establecidos por dos de los hijos predilectos de las dos culturas que mamé debido a los orígenes españoles y árabes de mi "lideresa" de la manada: el General Francisco Franco y Osama bin Laden.



Vean, sin ir más lejos, quien tenía la calidad de persona non grata en el régimen de mi apreciado General, lo que se recogía magistralmente en la Ley de Vagos y Maleantes del año 1933:

Art. 6.2: « A los rufianes y proxenetas, a los mendigos profesionales y a los que vivan de la mendicidad ajena, exploten menores de edad, enfermos o lisiados, se les aplicarán (...) las medidas siguientes:
a) Internado en un establecimiento de trabajo o colonia agrícola.
b) Prohibición de residir en determinado lugar o territorio y obligación de declarar su domicilio.
c) Sumisión a la vigilancia de los delegados.

A lo que yo añado: 

d) Ladridos y persecuciones feroces cuando entren en el radio de mi hocico»

Conste que no aplico la reforma de 1945 que, incluía a los homosexuales. Mi especial cariño por este colectivo, del que provienen muchos de mis grandes amig@s y los de mi mamá tiene su raigambre en la permisividad propia de gran parte del mundo árabe, mi otro ámbito de influencia.  De esta cultura, sin embargo, he tomado mi animadversión por los ladrones –los reconozco porque suelen llevar encima los dispositivos musicales que acaban de robar y huyen siempre corriendo o sobre artefactos rodantes, como bicicletas o patinetas-. Como integrante de honor de la Comisión para la promoción de la virtud y la prevención del vicio de varios países, persigo igualmente a borrachos y personas bajo los efectos de cualquier tipo de sustancia, que puedo oler a kilómetros, ya que, como uds. saben, ello contraviene frontalmente los mandatos de la ley islámica.…  Debido, sin embargo, a mis orígenes tropicales, mi elevado nivel de hormonas femeninas s y a mi incomparable sex-appeal en el parque -que atraigo sin remisión hasta a los perros castrados-, tolero bien a los adúlteros, consumidores de pornografía y hasta a los que besan mal, pero sin embargo no tolero ni a los negros altos con pelos de punta y gafas de sol, ni a los paquistaníes que venden cerveza en la playa incitando al crimen.  

Algún día con mis ladridos llamaré la atención sobre un delincuente bien importante, del nivel de Jack el Destripador o Milosevic… En ese momento dejaré de ser una incomprendida y no seré amonestada más; mi olfato y mi intuición serán asegurados por millones de dólares y pasaré a trabajar con uniforme y galones para las fuerzas del orden. Al igual que los «Precogns» en la película de Minority Report -que mi mami pone a sus estudiantes-, anticiparé el delito por el olfato y ayudaré a salvar millones de vidas, solo que yo, en lugar de nadar en una piscina, patrullaré por las calles de las ciudades más calientes del planeta,con mi mamá de la correa al lado, y los servicios de inteligencia detrás, para dar caza a los más temidos delincuentes del mundo. 





PD: Si quieren saber quien me puso este bigote y está detrás de los montajes de fotografías denle un gran lametazo a la artista Anabel Rincón :D

lunes, 6 de mayo de 2013

Rueda de prensa con YF, con motivo del ingreso hospitalario de Linda Guacharaca

La atención que la hospitalización de la ex-artista de farándula Linda Guacharaca recibió por parte de millones de fans en todo el mundo hace que nos encontremos en los salones del Hotel Marriot de Bogotá en multitudinaria rueda de prensa con reporteros acreditados -nacionales e internacionales-, para entrevistar a su rescatista y adoptante, YF, a fin de conocer la última hora acerca del estado de salud y los planes inmediatos de la famosa y mediática perrita: 


Sara Moyano, diario El Tiempo: ¿Dónde y cómo se encuentra Linda a día de hoy?

YF: Linda estuvo en la clínica de su veterinario donde recibió de nuevo puntos de sutura en todas sus heridas (patas y costado) y un nuevo tratamiento antibiótico. Posteriormente fue trasladada al domicilio del mismo donde, bajo estricta vigilancia médica, se encuentra recuperándose con normalidad. Ella está feliz y se encuentra excelentemente atendida. Todos la quieren mucho en la casa, disfruta de su menú hospitalario, ya que recibe sus alimentos favoritos mezclados con su concentrado a diario, y tiene una enfermera personal que la cuida y la consiente las 24 hrs. del día (en la foto).

John Jairo Correa, diario El Espectador: ¿Cuál se presume que fue el motivo de su malestar durante los últimos días?

YF: Su veterinario dice que la inmovilidad, la falta de fuerza en las patas y el bajo ánimo se deben a la manipulación en la cadera al hacerle la radiografía, dado que se trata de una zona altamente sensible, como se comprobó a posteriori, de manera que la misma le causó mucho dolor. Las heridas de la cirugía apenas podrían haber influido dado que la recuperación en los casos normales es muy rápida.

Alfredo Vargas, diario El Colombiano: ¿Cómo la recibió cuando fue a visitarla?

YF: Cuando me vio Linda saltó por encima de un butacón que se interponía entre ella  y la puerta con collar isabelino puesto y todo. Estuvo feliz y consentida durante el tiempo de la visita, salimos a almorzar y a pasear y corrió como si no hubiera un mañana en el parque con otros perritos y cogiendo palos, hasta el punto de que se le soltó uno de los puntos de la patica.  

Alba Gómez, diario El País: ¿Cuándo volverá a casa?

YF: Debido a que tenemos la esperanza de poder viajar juntas a España, su veterinario prefiere monitorizar todo el proceso de recuperación personalmente y asegurar de ese modo que se encuentre en condiciones llegado el caso. Por este motivo estimamos que Linda estará hasta el miércoles con la encantadora familia y regresará a casa a tiempo para la fiesta que tengo preparada en la casa por múltiples motivos –bienvenida a Colombia, despedida temporal por el viaje a España, llegada de Linda a mi vida, tres meses de adopción, etc.- y a la que asistirán muchos amigos de las dos.

Eduardo Restrepo: Revista “Vida Estética”: Ud. reveló que Linda sufrió dos cirugías con objeto de mejorar la calidad de vida de ambas, ¿cómo valora, una vez pasado el susto inicial, los resultados?

YF: En lo que atañe a los espolones, en un primer momento no me gustó el resultado, ya que las patitas habían perdido parte de su personalidad y se veían muy delgadas. Una vez acostumbrada a su nueva imagen encuentro que se ve más estilizada, ya que parece que anduviera con tacones puestos, y se aprecian de manera todavía más clara mis genes: las piernas de Linda son largas, extraordinariamente delgadas y poco desarrolladas en comparación con el resto de cuerpo, exactamente igual que las mías.

En cuanto a la esterilización estoy contenta porque, al menos por el momento, no noto variación alguna en su carácter, como escuché que puede ocurrir en ocasiones; ni de peso. La genética se aprecia ahí de nuevo claramente. Como yo, Linda tiene un metabolismo “incompetente”, de manera que necesita mucha comida para hacer funcionar su organismo y, por mucho que coma, no engorda. Como tenemos una vida activa, ambas comemos más de lo estrictamente recomendado y/o lo que es habitual en perritas de su tamaño y personas del mío.

Por otra parte, me doy cuenta de que Linda tiende a botar mucho pelo en situaciones estresantes, como fue mi viaje de varios días a Brasil o, ahora, las cirugías: eso -junto con el color claro-, lo tiene claramente del papá, que es mi amigo Steven, co-rescatista de Linda aquél día en la gasolinera de los Llanos.  

Susan Brank, BBC News: Linda puede convertirse en los próximos días en la primera perrita de la calle llanera que va a conocer Europa: ¿cómo se siente ella? ¿Cómo van los trámites?

YF: Linda se encuentra desde hace varias semanas en un proceso de habituación tanto a su guacal, donde viajará en el avión, como a las costumbres españolas: como pueden ver en las fotos, ya ha probado la paella y se está acostumbrando a usar peineta. En cuanto al acento no creo que ello presente complicaciones, ya que me escucha a mí decirle ven “aquí” en lugar de ven “acá” todo el tiempo.


Por lo que respecta a sus papeles, estamos haciendo todo lo posible para que Linda viaje y contamos un una excelente red de apoyo con este fin, lo cual nos pone muy contentas y hace que nos sintamos muy animadas y optimistas, si bien somos conscientes de los problemas que pueden presentarse. Los detalles del operativo se revelarán, sin embargo, una vez que éste haya concluido con éxito, con el fin de no ponerlo en riesgo ni de crear falsas expectativas en nuestros lectores.

Desde Bogotá aprovechamos para hacer un llamado a todos uds. para que crucen los dedos, nos deseen mucha suerte y nos envíen mucha buena energía durante los próximos días en los que se decidirá nuestro futuro de los tres próximos meses. ¡Muchas gracias y feliz semana! 

sábado, 4 de mayo de 2013

La cadera como expresión de arte abstracto


Si la radiografía de mi cadera fuera en colores sería considerada una obra de arte y valdría millones, como los cuadros de Picasso. 

Al parecer, junto la multiplicación de los panes y los peces, la separación de las aguas del Mar Rojo para que los judíos llegaran a Egipto, y que mi mamá terminara su tesis doctoral, según criterio médico, que yo me ponga en pie, camine –e incluso corra-, viene a ser como cuando se levantó Lázaro, uno de los grandes milagros de la historia de la humanidad.

Seguramente el hecho de que cada hueso acabara para un lado tras el accidente, con la cabeza del fémur suelta por ahí, creando las osadas formas que pueden apreciar, explique que haya días que, sin motivo aparente, me levante cojeando y con una pata la mitad de larga que la otra –y la mitad de larga de lo que era el día anterior-, igual que el inspector Gadget.

Mi “tumbao” tiene asimismo ligeras variaciones dependiendo del momento del día, la intensidad de la luz y el grado de humedad atmosférica. En cualquier caso tiene sus ventajas ya que no es lo mismo preguntar: "Señora, ha visto pasar por acá una perrita?" a preguntar: "Señora, ha visto pasar por acá una perrita coja?". Además, si me moviera como los demás no sería una perrita famosa, no me conocerían todos los bachilleres de los Cerros Orientales de Bogotá, las cabezas no se girarían a mi paso para apreciar mi “caminao”, y mi mamá no se reiría tanto -aunque entonces tampoco estaría preocupada por mi movilidad a veces-.

Una vez que ya sabemos, con pruebas fehacientes, que lo de mi cadera no tiene remedio en el plano médico, esperemos que se me pase pronto el trauma que me produjeron al sacarme la radiografía y recobre por completo mi movilidad, y que a mi mamita se le vaya borrando de la memoria este cuadro que les presento para que siga disfrutando al verme correr y escalar igual que antes, cuando vivíamos en la ignorancia. 

martes, 30 de abril de 2013

La máquina del tiempo


Mi mamá es una de las pocas privilegiadas que -junto con Michael J. Fox- ha viajado en la máquina del tiempo 14 años adelante, y ha podido ver a su perro cuando sea viejito, es decir, caminando muy despacio un par de pasos por detrás suyo; sin apenas reacción a los estímulos; incapaz de subirse al sofá, de bajar las escaleras, o de hacer sus necesidades, porque las patas no le aguantan; con los párpados caídos y enrojecidos, los ojos turbios, y esa mirada de apacible resignación que tienen casi siempre los abuelitos.

Así es que regresé a mi casa de mi primera (y espero que última) cirugía.

En estos días ando todo el tiempo tumbada con las orejas gachas y cara de lástima. Sólo me saca del ostracismo la llegada de mi mami, sus caricias, y un buen trozo de jamón –y ni siquiera siempre-. Ella sabe que yo me siento bien cuando está cerca y por eso se queda casi todo el tiempo en la casa, vuelve corriendo del trabajo, anula compromisos e invita a sus amigos -Helen, Steven, Javier, Jorge...-, que me quieren mucho, a venir para que me consientan y yo tenga estímulos nuevos y me anime un poquito. Como, estando tan dolorida, no puede cargarme y subirme a la cama -que es lo que yo quisiera-, estas noches se ha bajado con sus cobijas a dormir conmigo al sofá, que es al único lugar donde logro subirme con su ayuda. Apenas descansamos porque yo estoy muy inquieta, dando vueltas, metiéndole la pata en el ojo, y golpeándole la cara con mi collar isabelino –al que además añadió una extensión con el envoltorio de una torta de limón que nos regaló Helen, no sea que alcance de alguna manera a introducir mis patitas operadas dentro del embudo-.

Durante el día se la pasa conmigo en el piso acariciándome y escribiendo lo que yo le dicto, lo que me lleva a confirmar una vez más la ya mencionada tesis de A. Lavoisier acerca de la transformación de la materia: mis dolores van cediendo de manera inversamente proporcional a lo que aumentan los suyos en la espalda. De esta manera puedo estar la mayor parte del tiempo sin oler a limón, puesto que ella actúa como collar isabelino articulado, es decir, me distrae y devuelve suavemente la cabeza a su lugar cuando voy a lamerme las heridas.

Aunque estar así de dolorida no es tan chévere estoy tranquila: no estoy en el duro y frío suelo de mi gasolinera natal y sin poder moverme ni probar bocado durante meses, sino que estoy en mi hogar caliente con una mamá que me mira a los ojos y me habla, me consiente y me alienta todo el tiempo y que me prepara pasta con atún, carne y jamón y además me lo lleva a la cama donde yo la espero moviendo la cola.

Hoy me he puesto en pie durante unos segundos por primera vez, y no ha sido para ir comer, ni beber, ni salir a la calle, sino para acercarme a saltitos a mi mamá, lamerle la mano y decirle lo que aprecio todo lo que está haciendo por mí.